Como nada viene hecho, la gran mayoría de las veces el trayecto a seguir nos parecerá tremendamente agotador, nos generará malestar y pasaremos por cosas que no queremos pero hay que pensar que todo tiene su proceso y que para poder llegar a la cima, primero deberemos subir la montaña. Una vez arriba, se tiene una visión mucha más amplia de la vida y alcanzas lo que se llama “la iluminación”.

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Pero no podemos ponernos a escalar el Everest de buenas a primeras sin estar preparados. Dependiendo del estado físico así podrás subir una montaña u otra. Si tu situación no es favorable se empezará por una más pequeña y se irá aumentando la altura hasta alcanzar el objetivo final. Por ello, en terapia se realiza una anamnesis para conocer tu situación personal y, a partir de ahí, establecer los objetivos de acuerdo a tu estado físico y emocional.

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Como todo proceso, requiere tiempo y dedicación pero es un camino muy gratificante porque podrás ver todo lo que vas consiguiendo y te darás cuenta que no necesitarás nada más que lo que llevas en una pequeña mochila. El resto con lo que empezaste, lo dejaras atrás y el peso se reduce exponencialmente. Te sentirás libre y la siguiente cima que escales lo harás mucho más fácil porque estarás preparado para ello.