Todo en esta vida es equilibrio pero a veces parece que se nos olvida con nosotros mismos.
¿Quienes no les ha pasado que terminan con un ataque de ansiedad, palpitaciones, ganas de llorar, contracturas, dolor de estómago por las autoexigencias autoimpuestas?
Ser perfeccionista, responsable, querer abarcar todo en todos los ámbitos de tu vida por la falsa creencia de que tú puedes con ello, tomarte tus estudios como si fuera un trabajo o ponerte objetivos demasiado rígidos como “tengo que conseguir ser director” hacen que crucemos esa línea tan delgada de lo funcional a lo patológico.
Estamos acostumbrados a realizar las cosas por nosotros mismos, a intentar que todo quede perfecto porque las cosas bien hechas, bien parecen. Y todo esto esta muy bien cuando no nos sobrecargamos de tareas o cuando no gastamos todo nuestro tiempo en los detalles. Además, los objetivos deben ser alcanzables pero no determinantes, ¿qué quiere decir esto? Pues que nos tenemos que marcar objetivos que podamos alcanzar sin que nos lleve la vida en ello. Un objetivo es una visión de lo que quieres que puede darse, cambiar o simplemente no ser. Hay muchas variables que entran en juego y no necesariamente todas son tuyas ni están bajo tu control. Además, hay que darle al objetivo el valor que realmente tiene y no más. Si llegados a un punto que no se puede alcanzar está bien, quizás no era el momento o no estas preparado aún o realmente no es lo que crees necesitar. No hay que anclarse en ello porque siempre hay salida y alternativas a ese objetivo. Piensa que todo está en continuo cambio, incluso nosotros mismos por lo que es muy probable que dicho objetivo cambie también.
Pero ¿cuándo sabemos que algo que parece funcional deja de serlo? Cuando tu cuerpo empieza a avisarte. En ese momento hay que reflexionar sobre lo que te está ocurriendo y por qué. Toda la sintomatología anteriormente comentada no son más que avisos de que tu comportamiento ha desequilibrado la balanza. Entonces, hay que ponerse en marcha y trabajar sobre ello. Revalorizar los objetivos, aceptar las imperfecciones (a veces en lo imperfecto está la clave ya que la perfección no existe como tal, sólo tienes que mirar a tu alrededor para darte cuenta de que todo lo que hay no muestra simetría perfecta). Y, finalmente, otra cosa importante y que nos cuesta muchísimo bien porque no estamos a acostumbrados o, como ya comenté, porque creemos que podemos nosotros o porque no estamos siendo conscientes de que necesitamos DELEGAR en los demás o buscar alguien que pueda hacer parte de nuestro trabajo. No siempre vamos a poder realizarlo todo, no somos dioses, somos personas así que vamos a tratarnos como lo que somos. Seamos pacientes con nosotros mismos, no nos fustiguemos porque no llegamos a un objetivo y vamos a darnos nuestro espacio y nuestro tiempo (que unos lo consigan en un día no significa que nosotros lo tengamos que hacer en el mismo tiempo o mejor, que unos consigan un 10 no significa que tu debas hacerlo también, a veces menos es más).
Comments