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Entradas del blog | Sara López Psicóloga

Los reproches continuos son los grilletes de una relación


Si nos pasamos la vida echando reproches tipo “Tú hiciste...”, "Tú dijiste...", “Tú es que no haces...”, “Tú fuiste un@…” no llegaremos nunca a un entendimiento mutuo porque estamos hablando desde el dolor. En todas las relaciones, sean de amistad o de amor, el problema no es de uno si no de los dos por lo que hay que hacerse cargo de la parte que nos corresponde y cuando nos dirijamos a la persona para hablar lo haremos desde el amor que nos procesamos. Expondremos nuestra opinión de forma asertiva acerca de esa persona pero también reconoceremos nuestra parte y lo expondremos de la misma forma e intentaremos llegar a un entendimiento. Si no podemos, como ocurre muchas veces en la convivencia, se puede llegar a una negociación. Para que esto salga bien y la relación funcione, ambas personas tienen que poner de su parte y, para ello, es necesario que haya compromiso y comunicación. Si consideramos que esto no sucede, no nos quedemos anclados en la queja tendremos que actuar en consecuencia, poner límites, evaluar la situación y ver si esa relación realmente nos compensa o no. Si nos quedamos anclados lo único que puede suceder es que la relación se vuelva tóxica y que nosotros nos perdamos en ella y que cuando nos miremos al espejo veamos en quien nos hemos convertido que para nada tiene que ver con lo que un día fuimos.

Una despedida a tiempo, es una batalla ganada. No sólo por el coste emocional que conlleva llegar a un punto de no retroceso sino que te permites continuar y todos tenemos derecho a eso. No es nada fácil decir adiós a alguien cuando lo quieres, pero muchas veces por el bien de los dos y por el de terceras personas (hijos) es mejor soltar.

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